Las fobias infantiles

phobia childrenEl miedo es un fenómeno universal, presente en todas las culturas y todos los tiempos. Podemos suponer que éste tiene un componente adaptativo, cumpliendo una función de supervivencia, es decir nos ayuda a apartarnos de peligros potenciales (alejarnos de ciertos animales, sitios oscuros…)

Sin embargo, cuando el miedo no tiene una causa real de peligro que lo justifique, o bien, se sobrevaloran las posibles consecuencias, podemos decir que estamos ante una fobia.

Un niño que tiene fobia a algo sentirá un miedo intenso cada vez que vea al objeto temido y tenderá a evitar aquello que les aterroriza, si se ve obligado a enfrentarse a ello posiblemente sufrirá un ataque de pánico.

La ansiedad está presente en las situaciones de miedo y de forma especial en las fobias.

Cuando el niño se enfrenta al objeto o situación temida, su organismo experimentará, con toda probabilidad, una serie de alteraciones psicofisiológicas: sudor en las manos, aumento de la frecuencia cardíaca, dificultad para respirar… que además de ocasionar un gran sufrimiento alimenta a su vez el miedo, creando un círculo vicioso.

Los miedos en la infancia

  • Primera infancia (entre los 6 meses y los 2 años): el bebé comienza a sentir miedo ante personas desconocidas e incluso sentir ansiedad ante la ausencia de los padres. Estos miedos son miedos normales y positivos, indican una cierta madurez.
  • Etapa preescolar (entre los 2 y los 6 años): entran en acción los miedos imaginarios: a los fantasmas, a los monstruos. El miedo a los animales parece que surge en esta etapa y pueden perdurar hasta la edad adulta.
  • Etapa escolar (entre los 7 y los 11 años): los miedos ya no son imaginarios, puede experimentar miedo a sufrir daños físicos, a tener un accidente, a que los padres se separen (si el ambiente en casa es hostil)… o incluso sentir miedo a un posible rechazo social.
  • Preadolescencia (entre los 12 y los 14 años): los miedos de las etapas anteriores se reducen, en su lugar empiezan a tomar importancia los relacionados con el fracaso escolar o con no ser aceptado por otros compañeros.
  • Adolescencia (entre los 15 y los 18 años): se mantienen los miedos de la etapa anterior y además toman importancia las preocupaciones por las relaciones personales y por los ámbitos académico y deportivo.

Origen de los miedos

Dejando a un lado los miedos normales en la infancia, se han descrito algunos factores que pueden incidir:

  • Patrones familiares, unos padres miedosos suelen tener hijos miedosos.
  • Información negativa que proporcione una figura relevante para el niño o adolescente, sobre alguna situación concreta puede generar temor.
  • Aprendizaje directo, como por ejemplo miedo a no poder respirar si el niño ha sufrido alguna crisis asmática con anterioridad.
  • Condicionamiento, si un niño sufrió quemaduras de pequeño al jugar con un petardo, es posible que su visión o el estruendo que éstos producen desencadene temor.
  • Experiencias: presenciar peleas, malos tratos, pérdida de seres queridos, accidentes…

Cómo combatir el miedo infantil

  • Vivir la situación con tranquilidad, no mostrar preocupación. Si el niño percibe angustia en los padres aumentará la tensión.
  • No ridiculizarlo, en especial delante de otros niños. No castigarlo, ni sermonearlo.
  • No forzarlo a enfrentarse a la situación que teme. Habrá que trazar un plan de acercamiento de forma progresiva, restando importancia a los retrocesos y premiando los avances.
  • Utilice el juego y la imaginación.
  • Mediante la técnica del modelado, el niño comprueba que otra persona realizando la conducta por él temida “no ha ocurrido nada”. El modelado es más eficaz cuando el modelo es un niño de su misma edad.
  • No permitir que los niños vean películas de terror o de violencia.
  • Procurar que las personas del entorno no lancen mensajes del tipo “si no comes vendrá el hombre del saco”, “si no dejas de llorar se lo diré al guardia”

Cuándo debo acudir a un profesional

Cuando los miedos son más intensos y persistentes y alteran significativamente la vida cotidiana del niño en su entorno familiar, escolar o social.

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